miércoles, 6 de marzo de 2013

EL ORADOR INSISTENTE (UNA HISTORIA)


Un hombre llegó aun pueblo con una banqueta. Colcándola en la plaza, se subió a ella y altavoz en mano empezó a hablar con determinación a la gente que pasaba.
En su discurso les invitaba a disfrutar del amor, de la comunicación, a escucharse unos a otros. Casi doscientas personas lo aplaudieron cuando el disertante bajó de la improvisada tarima.
A la mañana siguiente, otra vez el disertador llegó a la plaza y, desde su banqueta habló para los transeúntes. También esta vez más de un centenar de personas lo escuchó disertar sobre las comunicaciones y el amor.
Cada dia el hombre iba a la plaza y hablaba, cada vez más pasional y cada vez más claro y vehemente en su discurso. Sin embargo, por alguna razóncad dia menos gente se detenia a escucharlo. Hasta que, en efecto, el dia décimocuarto, nadie, pero absolutamente nadie fue a escucharlo. De cualquier modo él hizo su habitual discurso . Y así continuó haciéndolo. Todos los dias el hombre el hombre iba a la plaza y, subido al banquito, ya sin megáfono hablaba apasionadamente sobre la importancia del amor y de escuchar al prójimo. La plaza sin embargo continuaba desierta.
Una mañana, uno de los comerciantes de la zona se le acercó cariñosamente y le dijo:
-Disculpe usted señor. Ha venido aquí a la plaza durante un mes. Al principio mucha gente lo escuchaba. Cada vez han ido viniendo menos personas, hasta que desde hace 15 dias nadie viene a escucharlo. ¿Para qué sigue hablando?. Al principio yo podia entenderlo, pero ahora......
Ahora, la verdad, ya  no lo entiendo.
-Lo que pasa es que al principio yo hablaba para convencer a otros- dijo con entusiasmo el disertante- Hoy, en cambio hablo para estar seguro de que ellos no me han convencido a mi.

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