Ese verano habían decidido volver a Argentina, pero además de seguir
conociendo Buenos Aires y pasar también unos días en Rosario querían
conocer ese paraiso que eran las CATARATAS DE IGUAZÜ.
Los viajes a
Argentina, daba por supuesto, le conectaban mucho con su verdadero Yo.
Allí estaba su infancia, algunos de los momentos y vivencias más
importantes de su vida, allí se había parapetado su niño interior y
comenzado a utilizar las máscaras para no ser rechazado.
Buenos
Aires era un buen lugar dónde comenzar un proceso de reconexión con su
ESENCIA, pero, inevitablemente a´n no sentía las cosas como suyas.
Eso
le pasaba en Rosario, su querida Rosario, ahí , cuanto tocaba lo sentía
como propio, como si los años no hubiesen pasado, las sensaciones y la
evocación estaban permanentementes "conectadas" en esa hermosa ciudad.
Su
primer reencuentro con su calle, sus lugares de infancia, y el viejo
árbol a la puerta de su casa( que desgraciadamente había sido derribado y
en su lugar construido un edificio de 7 plantas)fué verdaderamente
EMOCIONANTE, lloró hasta la saciedad, se reencontró con unos de sus
"viejos amigos" y plagó aquel viaje de recuperación de datos y
añoranzas.
Ahora volvía a Rosario por segunda vez, dispuesto a
pasar unos días intensos, disfrutar de la amistad de su amigo Mario y
del cariño de la familia de Mario. Dispuesto también a reecontrar más
gente y por tanto vivencias y, en consecuencia: ENCONTRARSE.
Pero,
antes de todo esto tocaba la escapada de dos días a Iguazú, lo
organizaron desde el hotel de Buenos Aires reservando vuelo y estancia
en lujoso y decadente hotel en Puerto Iguazú.
Avión, otra vez los
dichosos aviones, sin los que uno no puede viajar más allá de tiro de
piedra, además el ahorro en tiempo con respecto al Bus era enorme.
En Argentina era invierno( agosto), a finales, y, en Iguazú el tiemo era genial, casi veraniego.
Llegaron
con nubes y algo de lluvia, al día siguiente sería la visita a las
cataratas, para ello alquilaron un coche con chofer para todo el día.
El
día siguiente, como si estuviese predestinado a que fuera así, amaneció
despejado, ideal para la visita, el coche los recogió y allá fueron.
La
primera parte que iban a visitar era desde el lado argentino. Desde la
entrada al Parque natural hasta el inicio de los primeros saltos habiá
una distancia que se hacía en trenecito.
Cuando llegaron a las
pasarelas que recorren los más de 2 kilómetros de cataratas justo por el
borde de la caida y a escasos centímetros del agua, lo primero que
sintiò fué ALEGRÏA, un sentimiento de estar lleno de energía que había
que liberar, esa sensación fué en aumento.
El agua justo por
debajo de sus pies, visible, corriendo rápida a precipitarse al vacio
para formar nubes de vapor y sonando como un enorme estruendo, ese agua
limpia le CONECTABA con su propio fluir interno.
Según iban
avanzando, en dirección a la "garganta del diablo" el cauce era mayor,
los saltos más altos y el estruendo en medio de la selva más acompañante
que nunca del silencio.
El agua, ese agua corriendo, saltando,
vaporizada, generando un movimiento ondulado, espuma inmensa, vértigo
ligero, como una borrachera de los sentidos, ese agua "portadora de
vida", llena de vida, le hacia brotar profundos sentimientos, sin poder
evitarlo, llegó a sentir que el corazón se le iba a salir del pecho,
sintió una verdadera plenitud.
Al llegar a la Garganta del Diablo,
una caida inmensa en forma de herradura, los sentimientos se le
desbocaron, no pensó nada, nada vino a su cabeza, todo fué a su corazón,
se sentía tan lleno que la emoción le hizo llorar, agua sobre agua.
Sólo una cosa pasó por su cabeza: ësto tiene que ser obra de un Ser
superior, si hay un sitio en el mundo dónde poder llegar a creer en la
existencia de Dios, es éste.
Cuando salieron para que les
recogiera el chofer y llevarles al lado brasileño llevaban puesta ambos
una gran sonrisa de bienestar.
El lado brasileño es para "ver" las cataratas, el lado argentino es para "vivirlas".
Después
de la visita hubo tiempo para entrar en paraguay, en Ciudad de Este,y
terminar el día con una visita a un asentamiento de indios guaranies.
A
la noche, víspera de tomar el avión rumbo, nuevamente, a Buenos Aires,
se desató una gran tormenta, tropical, ya que aquella zona es plena
selva. Y a la mañana siguiente continuaba la lluvia intensa, llegaron
noticias al hotel, durante el desayuno, que ian ese día a cerrar la
entrada al Parque y las cataratas.
"El destino"-dijo, "tenía que
ser así". El viaje de vuelta tuvo momentos de grandes turbulencias y
pasó más miedo que nunca en un avión, pero merecía la pena.
En
Iguazú se había ENCONTRADO, pero no desde la cabeza, sinò desde los
sentimientos, había interiorizado y conectado con lo que sentía.
Las cataratas eran, sin lugar a dudas un lugar dónde ENCONTRARSE con uno mismo, dónde saber QUIÉN SOY YO.
Este escrito tiene una conexión con un videomontaje de las cataratashttp://www.youtube.com/watch?v=wXo_u-dGw2s
No hay comentarios:
Publicar un comentario