martes, 29 de septiembre de 2015

LA VIDA QUE VIVIMOS

LA VIDA  QUE VIVIMOS

Desde el primer momento en que nacemos a esta vida nuestro sentido melodramático se deja ver en forma de inconsolable llanto , y, en algunos casos lleva incorporado convulsiones, que añaden teatralidad al acontecimiento.
El porqué de tanto despliegue, la finalidad que persiguen actitudes y conductas tan molestas como las de la etapa de bebé, es conocida y casi consensuada por la mayor parte de corrientes psicológicas.
La necesidad de ser aceptado, tenido en cuenta, querido ,es el combustible que moverá, desde el nacimiento mismo, al ser humano a adoptar todos los posicionamientos posibles, desplegar todo tipo de respuestas a las rutinas hasta llegar a la respuesta válida.
Es decir, hasta llegar a la que funciona, a la que le sirve para que sus padres responden con atención, aunque la atención venga derivada de la inapropiada actitud del niño.
De esta forma, neurótica y de necesidad ,acabamos construyendo ,ya con nuestra incorporación al mundo ,lo que se da en llamar Personalidad, que no es más que un disfraz que ya no podremos quitarnos de encima.
Hemos vivido la vida en función de un personaje creado para la subsistencia emocional.
Y ahora viene lo que menos se considera cuando se habla de estos temas: la parafernalia, la puesta en escena, los decorados, la tramoya, etc
Ya que vivimos una vida que no es nuestra, propiamente nuestra, entonces también vivimos una vida que no es real, como nosotros mismos.
El mundo, nuestro mundo, que va desde lo que hay más allá del contacto de mi piel hasta donde puedo llegar con la mente, el mundo, digo, se convierte en el gran teatro, como el de Calderón, y, la vida, la falsa vida hace soñar ( como dijo Calderón en La vida es sueño:" vivir sólo es soñar".
En el teatro de la vida, en la obra que cada uno interpreta como protagonista, hay mucho atrezzo, decorados de lo más variado, actores y actrices secundarios, muchos extras, pero podemos decir que , en general, poca acción.
Salimos cada día a trabajar y nos encontramos con parte del decorado( tal vz la casa de enfrente, con ese bajo que tiene un cartel de SE ALQUILA desde hace muchísimo tiempo.
Al subir al autobús, o metro o cualquier transporte colectivo, se encuentran a los extras y a algún secundario/a, tal vez ese chico de tan buena planta con el que la protagonista tiene alguna ensoñación inconfesable.
O puede surgir el roce ya temprano con algún otro protagonista secundario que es compañero de trabajo.
En la vida-sueño de cada uno todo está donde tiene que estar, todo es lo molesto e incómodo que tiene que ser, o al contrario.



Podríamos resumir esto diciendo que en la película de cada uno cada persona, animal o cosa debe permanecer invariablemente tal cual.
Nada descoloca más al protagonista que cambios en el entorno.
Si un día ese chico del metro no sube, la prota pasa una crisis, incluso si el bajo del portal de enfrente se llegara a alquilar la crisis estaría ahí.
Pensemos que gran parte de los decorados y los demás actores son escogidos por el protagonista y, la neurosis de cada uno reina con bastante soltura como para no reparar en gastos con tal de joderse la vida. En consecuencia acabamos viviendo melodramas terribles cuando queríamos(¿queríamos?) una comedia romántica, o una de terror cuando queríamos una de risa, o un aburrido documental de segunda fila cuando teníamos en cartelera una gran aventura.
El caso es que vivimos más preocupados de los aspectos externos que del contenido y profundidad del guión de nuestra película. Seguramente se deba a la cabezonería  que probablemente empezó su reinado en la especie humana al bajar ésta de los arboles( la especie humana).
Nos produce más miedo y desazón cualquier cambio en el entorno( incluido el humano), el bajo está alquilado, el conductor ya no es el mismo, en la panadería nos atiende otra chica últimamente y no nos sabe dar el pan que nos gusta, en nuestro trabajo hay una baja y un compañero nuevo, en fin, hasta que hayan quitado el banco que había frente a casa, dónde esperaba que bajara su pareja que siempre tardaba más en estar preparada para salir.
Todo puede desestabilizar a este protagonista, soñador impenitente, que es el ser humano, todo menos el guión de la película, el núcleo, lo central, lo verdaderamente importante.
Pero, no desesperemos, algún día hemos de DESPERTAR y entonces, despiertos y FLUYENDO todo cambiará

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