Esa
era la noche elegida. Aquel infame hombre, al que todos temían , había echado a pique su vida. Se trataba simplemente de un emigrante caribeño pesado que era vecino en el edificio contigua al
suyo, una casa vieja, de las que sólo se pueden alquilar a
inmigrantes. A ella no la asustaba aquel hombre ,su deseo de venganza era tan
grande que ya no podía esperar más.Whasington Raúl merecía una lección y ella, que acababa de
sufrir un divorcio por el fuerte desacuerdo con su marido respecto a que
actitud tomar ante el vecino molesto, estaba dispuesta a cobrar venganza.
Esperó que esa noche la fiesta en casa de W. Raúl acabara y se
dirigió al portal de éste,esbozó una sonrisa maléfica en su rostro y sintió un estremecimiento de placer ante lo que iba a hacer. Entonces, con toda
la furia de la que era capaz clavó su dedo índice en el timbre del
caribeño y tras unos segundos
de sostener firmemente pulsado echó a correr hacia su casa.
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