El desapego no consiste en desear no tener nada o, no vincularme a nada ni nadie.
Esto,
en todo caso, es una actitud defensiva vital, encaminada a protegerme y
ponerme a salvo de posibles pérdidas y el consiguiente dolor y
sufrimiento.
Esta actitud comporta el llevar una vida vacía y
bastante gris. Eso sí, sin sufrimientos y, por tanto, también sin
momentos de plenitud y felicidad (en resumen, una "vida" parecida a que
se lleva en los cementerios).
El VERDADERO desapego comporta la
ACEPTACIÖN profunda de que todo es efímero, de que en cualquier momento
podría dejar de tener todo lo que tengo y no significar eso que sea el
fin.
Podría perder a quien quiero o lo que quiero, podría incluso
perderme yo mismo, el mundo que conozco. Y lo aceptaría sin tener que
pensar que no sería capaz de soportarlo, sino sabiendo que tengo que
aprender a vivir y disfrutar aceptando esa posibilidad.
Cuando esto Sucede, puedo tener, desear, puedo amar, implicarme, crear lazos, participar.
Y todo esto sin vivir bajo el temor de volverme "dependiente", sin miedo al mundo y viviendo intensamente el momento presente.
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